¿Por qué escribir? ¿Por qué sentarse frente a un teclado y, como decía Ernest Hemingway, simplemente sangrar? Cada autor tiene su propia respuesta. Algunos podrían decir que tomaron la decisión de escribir por los libros que han leído; otros dirían que su carrera inició porque desde niños amaron las palabras, los textos y los subtextos que deambulan por el mundo y les permiten no solo entender la existencia, sino amarrarla a ellos.
Pero más allá de las epifanías literarias que han tenido lugar en todos los lugares del mundo y todas las épocas, el arte de plasmar en papel nuestros pensamientos, anécdotas y hallazgos ha sido una herramienta poderosa para sobrevivir la incertidumbre de la vida y del tiempo. Las letras nos ayudan a rescatar el pasado, a comprender el presente y a caminar sobre el futuro. Son un faro de luz en medio de la gran tempestad de la vida. Además de que cuando escribimos algo mágico sucede en nuestro cerebro.
Cada libro es un universo de posibilidades y cada enseñanza es una nueva manera de estimular nuestra creatividad. En ese sentido, vale la pena no solo leer (todo lo que sea posible), sino también escribir. Ponerle palabras a nuestras emociones, sueños, confusiones y deseos cambiará para siempre nuestra manera de racionalizar lo que nos pasa.
Invitar a un pensamiento a convertirse en un enunciado, y que ese enunciado se transforme en una historia es un regalo poderoso que da perspectiva y permite cambiar, desde la creación, la narrativa de nuestra propia vida.
Respecto a su pasión por escribir, alguna vez Truman Capote confesó que la casa de su infancia, en Alabama, adolecía de cualquier tipo de literatura. En vez de obras famosas había un porche en el que sus tías compartían “buenas historias” con el mismo ímpetu con el que fumaban un cigarro tras otro. Sin darse cuenta, ellas le enseñaron todo lo que tenía que saber sobre cómo narrar una buena historia: cómo empezar, cómo construir el suspenso, crear detalles, asegurarse de que existiera un conflicto y un final memorable.
Con este capítulo de su vida, Capote dejó para la posteridad grandes lecciones para todos los que quieren escribir: antes de tomar el lápiz, primero hay que aprender a escuchar, a capturar las historias que flotan y existen a nuestro alrededor; después hay que instruirse y conocer la multitud de herramientas narrativas que existen —edificar personajes, generar conflictos, construir arcos de transformación y pensar en un final que se quede para siempre en la memoria del lector— para comenzar la historia.
Hay que decir que Capote no fue el único que tuvo la generosidad de compartir sus consejos. De hecho, una gran cantidad de autores han hecho listas, ensayos y tratados sobre las cosas que les funcionan y las que no al momento de escribir, y aunque cada uno tiene su propia manera de abordar el tema, la mayoría coincide en que en un mundo lleno de problemas que no parecen tener una solución próxima, los buenos relatos son tan necesarios como el aire para respirar. Y como pasa a menudo en el universo del arte, al momento de escribir, tener un buen maestro puede ser definitivo.
Consejos de escritores
Este es un breve collage de algunos de los mejores consejos que han dado escritores consagrados a los escritores en ciernes.
“Ya tengo las palabras. Lo que busco es el orden perfecto de las palabras en la oración”.
—James Joyce
“Si no te sale ardiendo de dentro, a pesar de todo, no lo hagas…”
—Charles Bukowski
“Escriban lo que escriban, nunca hagan libros que parezcan menús, itinerarios o conciertos”.
—Jorge Luis Borges
“Hay que saber de antemano el efecto que se quiere conseguir”.
—Edgar Allan Poe
“Escribe un diario, confía en tu talento, no te apresures y enfréntate a tus fantasmas”.
—Virginia Woolf
“No agotes tu imaginación y no inventes excusas”.
—William Faulkner
“Escribe mucho. Cantidad genera calidad, si solo escribes sobre algunas cosas estás condenado”.
—Ray Bradbury
“Si usas diálogos, dilos en voz alta mientras los escribes”.
—John Steinbeck
“La novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out”.
—Julio Cortázar
“No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”.
—Horacio Quiroga
“Haz algún sacrificio por tu arte y te será recompensado, pero pide a tu arte que se sacrifique a sí mismo por ti y obtendrás una frustración mordaz”.
—Oscar Wilde
“Jamás he creído en la inspiración, el asunto de escribir es un asunto de trabajo”.
—Juan Rulfo
“El escritor debe soportar la soledad, saberse un ser marginal. Que los escritores seamos marginales es más una condenación que una bendición”.
—Octavio Paz
“Durante mucho tiempo me aterró la página en blanco. La veía y vomitaba. Pero un día leí lo mejor que se escribió sobre ese síndrome. Su autor fue Hemingway. Dice que hay que empezar, y escribir, y escribir, hasta que de pronto uno siente que las cosas salen solas, como si alguien te las dictara al oído, o como si el que las escribe fuera otro. Tiene razón: es un momento sublime”.
—Gabriel García Márquez